En el centro de mando se ultima una nueva jornada de búsqueda. 240 agentes participan en el operativo que rastrea el Guadalquivir. Los reporteros de A Fondo les acompañan.Se unen a ella las motos de agua. Con ellas se puede buscar en cualquier recodo del río. Con ellos, va una lancha rápida, que busca cualquier cuerpo que flote.
En tierra la búsqueda no cesa. Guías y perros, patean metro a metro las orillas. El olfato canino es su baza. "Ellos no buscan un cuerpo, buscan un olor", señala un guía. El barro y el agua son sus enemigos. "Es un terreno muy resbaladiza y el perro muchas veces no se siente seguro", añade.
Desde el principio la llamada zona Caliente es rastreada meticulosamente: es el lugar donde supuestamente tiraron a la niña y el cenicero, el supuesto arma homicida. El río es convertido, gracias a boyas y cuerdas, en una cuadricula como un tablero de ajedrez.
Es un río muy turbio, con visibilidad prácticamente nula. Los buzos van palpando el terreno, tocando todo lo que es el fondo del río para detectar cualquier tipo de objeto.
Desde el aire también se trabaja. Un helicóptero en turno de mañana y tarde, recorre los 80 kilómetros de río hasta la desembocadura. Cuando desde el aparato se divisa un bulto sospechoso, un buceador debe bajar a tierra.
Cada día participan más de 240 agentes de la Guardia Civil y sus jornadas superan las 14 horas, pero todavía no hay rastro de Marta del Castillo.
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