En el último año se ha especulado mucho sobre una posible ruptura entre Angelina Jolie y Brad Pitt y una vez más este rumor ha salido a la luz en varios medios de comunicación, aunque en esta ocasión las informaciones son más precisas. Al parecer, la pareja no pasaba por un buen momento, debido a sus vidas profesionales y a la falta de intimidad que supone tener a media docena de niños correteando por la casa.
Ambos habían confesado en diversas entrevistas que les costaba mucho estar a solas en casa y que apenas podían hablar de sus cosas porque siempre había algún niño que atender. Esta situación se agravó cuando Angelina, que había prometido no trabajar durante un tiempo, aceptó protagonizar Salt, el filme que rueda en Nueva York actualmente. Ésto dejó al actor sólo ocupándose de toda la prole.
Harto de todo esto, el protagonista de El curioso caso de Benjamin Button ha decidido coger sus cosas y marcharse de casa. En la información de la revista norteamericana, recogida por otr/press, aseguran que......la pareja tuvo una fuerte discusión que fue la gota que colmó el vaso para Pitt.
Por el momento, las revistas de esta semana muestran a 'Brangelina' --como son conocidos en Estados Unidos-- haciendo la compra con todos los pequeños, sin que nadie pudiera imaginar la crisis que vive su amor. Sin embargo, 'In Touch' recalca también que las apariciones públicas de ambos era todo 'marketing' y que estaban buscando el momento adecuado para anunciar su ruptura.
LA INFIDELIDAD DE BRAD
Son muchos medios los que aseguran que el culpable de esta separación es Brad, debido a su 'aventura' con una de las niñeras de sus hijos. Hace unos meses, la prensa publicaba que Angelina se había encontrado en su casa a Pitt haciéndole un masaje a una empleada. Las fuentes indicaron que el actor se disculpó diciendo que la joven se había hecho daño, pero el enfado de su pareja fue monumental.
Además, también hablaban de que Pitt estaba empezando a desesperarse con la actitud de Angelina. Su deseo por seguir adoptando estaba separándoles, ya que, para el protagonista de Quemar antes de leer, era una locura aumentar la familia cuando apenas podían estar con sus pequeños.
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